viernes, 10 de mayo de 2013

Osvaldo Pugliese: Un Maestro en la escuela


Osvaldo Pugliese:
Un Maestro en la escuela



“Defensor de sus compañeros músicos,
creador del primer sindicato de músicos,
supo de luchas pero el despertar de la Guerra Civil Española
 lo transformó en un luchador inclaudicable
por la verdad y un mundo mejor”.
                                                          Lydia E. de Pugliese


Sabemos que  los hombres y mujeres de la cultura  que fueron  perseguidos por razones políticas o por pensar distinto al gobierno de turno, conformaron un gran número, hasta el advenimiento de la democracia en 1983.
Como Gabino Ezeiza, a quien los intolerantes quemaron su circo por ser leal al radicalismo de Hipólito Yrigoyen, o como al peronista Hugo del Carril, y otros, Don Osvaldo Pugliese (1905-1995) fue encarcelado -más de 10 veces- o perseguido por todos y cada uno los gobiernos (constitucionales o militares). Aquella intolerancia  golpeaba a Pugliese, por estar afiliado al Partido Comunista desde 1936 y continuó -sobre todo- por no abandonar sus ideales, lo que trajo aparejado consecutivos encarcelamientos, censuras y prohibiciones hasta el año 1983.



Niñez en Villa Crespo
                              
 “Yo no me quejo, tuve una infancia
muy de potrillo, llena de vida”
Osvaldo Pugliese

De niño lo llamaban “Chicharrita”  y lo podríamos  imaginar  con su trompo, pateando la pelota en algún potrero o  junto a sus amigos pescando mojarritas en el arroyo Maldonado, (1) o trepado a los árboles. Y, como evocaría años después:

                “Recuerdo que nosotros, los pibes, teníamos un medio de dialogar. No dialogábamos sentados en el pasto, ni en los bancos, sino subidos a los árboles. Y encima de los árboles armábamos el escándalo de año: jugábamos, gritábamos ¡Qué sé yo! Y por eso me pusieron Chicharra”.

Y hablando de su niñez  nos regalará  otra vivencia:
                                                                                             
“Yo recuerdo que a veces la vieja le reprochaba (a mi padre):- “Mira, decile algo a tu hijo, ¿no ves que viene todo embarrado, con las zapatillas rotas?”.Mi padre, sin embargo, nos daba amplia libertad. Yo pienso ahora que posiblemente esa amplia libertad que me dio el viejo haya sido uno de los factores que me despertó el cariño por la música popular, por el tango, por la canción campestre”.



Osvaldo comenzó la escuela a los 6 años hasta terminar el 4to grado. A los 9 años vendía diarios en Dorrego y Triunvirato, luego trabajó en una imprenta, una peluquería y una joyería: “Yo siempre me la rebusqué para ganarme el garbanzo”, diría.

La música era su compañera en los ratos libres que le quedaban. Aparecía entre las cuerdas  que  “rascaba” del violín que le había regalado su tío Alejandro, hasta que una tarde,  cuando regresaba  de su trabajo de aprendiz en la imprenta, lo esperaba en su casa un piano. Era un obsequio de su papá y el inicio de los estudios de música, esos que jamás abandonaría.

Ambos padres eran  argentinos y  sus abuelos inmigrantes italianos:

“Mi vieja – cuenta Don Osvaldo- se llamaba Aurelia Terragno y mi viejo Adolfo Pugliese (…) Nosotros, los cuatro varones de la casa fuimos todos músicos: Mi papá, la flauta, mi hermano mayor, Vicente Salvador, violín; y Alberto, el segundo, también  violín, y yo también que lo tocaba de oído primero el violín y después me enchufaron el piano”.

 

Refiriéndose al contexto de su infancia, se ha escrito que “se da en un marco de ostensible diferencia entre ricos muy ricos y pobres muy pobres, en una ciudad que contaba con edificios fastuosos, con subterráneos y esto seguramente será lo que verá el niño Osvaldo Pugliese, esta desigualdad social que se acrecienta con la guerra y que lo llevará a tomar “un postura ética”, lo llevará a tomar un compromiso político (…) mientras la Argentina era la sexta reserva de oro  del mundo en el año 1914, ese mismo año, la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, tenía que habilitar ollas populares para que la gente, previa inscripción en un registro, casi en un infame registro, recibiera su plato de sopa caliente o de puchero…” (2)

 

A fines de 1918, se produce un grave conflicto en los talleres metalúrgicos Vasena, del barrio de  Nueva Pompeya lo que daría origen a “La Semana Trágica”. La empresa en crisis resuelve la situación bajando los sueldos de los trabajadores quienes se declaran en huelga. El 4 de enero de 1919 hay una represión donde resulta muerto un oficial de policía. La represalia no se hizo esperar pues el 7 de enero son cuatro los obreros muertos y más de 30 heridos algunos de los cuales resultaron muertos con el transcurrir del tiempo. La “Liga Patriótica”, presidida por Manuel Carlés, actúa junto a la policía como grupo parapolicial y va a generar fuertes enfrentamientos que dieron como resultado alrededor de 750 muertos y 4000 heridos. Para la “Liga patriótica”, las huelgas eran producto de los subversivos dirigidos por comunistas judíos, por ello fueron a los barrios donde se hallaba asentada la colectividad judía como el barrio de Villa Crespo, donde Osvaldo Pugliese fue testigo con sus 12 años de edad.


“Un trabajador de la música”


Don Osvaldo Pugliese decía de sí mismo que era “un trabajador de la música”. Claro que lo era -y de los más grandes que tuvimos-  pero Pugliese fue también un comprometido social que supo defender el derecho al trabajo: el suyo, el de los miembros de su amada orquesta y solidario con todos los trabajadores.

Oscar del Priore refiere a Pugliese y comenta: “las exigencias patronales eran entonces abusivas. En el cabaret Royal Pigall (en el año 1929) se les daba de comer a los músicos pero se llegó a esto para que ellos no salieran y se quedaran toda la noche, incluso hasta horas muy avanzadas. La limitación horaria fue una de las conquistas que años después logró el Sindicato de Músicos con las participación decidida de Osvaldo”. A partir del golpe de 1930 -encabezado por Félix Uriburu- todo se agravaría para la mayoría de los argentinos y nuestros músicos no serian la excepción. 




“Todos tenemos la misma oportunidad”

Con  los miembros de su orquesta, formada en 1939,  Don Osvaldo compartía todo y jamás les impuso idea política alguna, respetando a rajatabla la libertad de pensamiento. Oscar del Priore cita a Pugliese“…Todos participamos y todos ponemos nuestro grano de arena, tanto sea en el arreglo, tanto sea en la interpretación, en fin, en todo lo concerniente a preparar una obra. Muchas veces una obra sale por sí misma de un solo arreglador, pero en mayor porcentaje siempre es fruto de la colaboración. Ese aspecto colectivo tiene mucha importancia en el desarrollo futuro de una orquesta. En esta orquesta, todo el mundo opina y siempre son aceptadas colectivamente las opiniones que consideramos positivas. Este es un método de trabajo que mantenemos porque para nosotros resulta una cosa muy concreta desde el punto de vista de la realización. Internamente, todos tenemos la misma oportunidad, todos, desde arriba hacia abajo, desde el que tiene la responsabilidad de la orquesta, hasta el último compañero que ha llegado, tanto sea en la discusión sobre los temas de interpretación, y demás, como también en la concurrencia de sus obras dentro del repertorio.”


De acuerdo con los principios de Pugliese, escribe Arturo Marcos Lozza: “los integrantes son partes de una cooperativa: el dinero que se recibe por las actuaciones se divide en porcentuales equitativos, que van de acuerdo con la responsabilidad de cada uno.” Y más adelante agrega: “El maestro Osvaldo Pugliese cuida a su orquesta como a una hija mimada. Lucha para no dejarla sin sustento, sin “laburo”. En los años más duros de la represión, cuando los gobiernos lo censuraban, no lo dejaban ingresar a los estudios de la televisión y le impedían el acceso a los clubs y a la radio, él iba a pelear hasta a los mismos despachos oficiales. El trabajo para sus muchachos era como algo sagrado”. 

Y tenía que pelear cada actuación:
                                                               “Y tengo mil anécdotas - dice Osvaldo-  Una vez en el Club Buenos Aires, de Gaona y San Martín, llegó la policía y tuvimos que salir rajando saltando por la ventanita del baño de atrás. Pero en fin, la solidaridad, el fervor de la gente, la flor roja -una rosa o un clavel- no faltaban nunca en el piano cuando yo estaba preso o perseguido.”

Pugliese cuenta en una jugosa anécdota que   en una ocasión debían actuar en radio Splendid para luego debutar en “La Armonía”, de Corrientes y Paraná. Cuando terminaron de tocar en la radio, los siguió una montón de gente.

“-¡Dios me libre!-, tanta gente era absolutamente inusual. Llegamos a “La Armonía” y también allí había un gentío enorme. Había gente adentro y gente afuera: cortaron el tráfico. Y al entrar me encuentro en el mostrador con una hilera de inspectores municipales. Se me acercó uno de los dueños y me advirtió:
             -Vea don Osvaldo, me parece que no va a poder actuar, están los inspectores y quieren detener el espectáculo.

Yo ya me imaginaba que algo iban a hacer para impedir mi laburo. Pero a mi lado tenía a esa multitud. Me presenté  ante esos diez o doce inspectores que estaban chupando y les dije:

            - Cualquier amague que hagan para impedir que la orquesta toque, yo voy al micrófono e invito cordialmente a que los echen y los casquen. ¡Ténganlo presente!”

Los inspectores no tuvieron otra alternativa que retirarse: “Para mí aquella actuación, era un agradecimiento que yo debía dar a esa gente, no podía  fallarle”.



“Gracias por saber perdonar”

En  el primer y segundo gobierno de Perón (1946-1955), también padeció parte de la  persecución, sin embargo, Pugliese cuenta que eran los mismos peronistas (trabajadores seguidores de su orquesta) quienes silbaban a la policía  porque “que no la iban con eso de impedirnos el laburo”. Otras veces debía concurrir a la Casa Rosada para poder trabajar. Por otra parte la orquesta  de Pugliese “fue justo en esa época de mayor consumo popular, de mayor estabilidad en los ingresos, no porque no hubiera inflación, sino porque de alguna manera eran dos o tres veces lo que se podía necesitar para vivir, entonces había para la diversión y había para los clubes de barrio y la orquesta de él era exactamente para eso…(…) en aquel tiempo valía la pena entregarse a trabajar en una orquesta, valía la pena dejar de hacer toda otra cosa, fundamentalmente porque  había trabajo, porque había retribución, pero además había una satisfacción artística, ser compositor, trabajar todos los días, tener la retribución que corresponde al entusiasmo que se pone y cuando el artista tiene verdaderamente esas condiciones, encuentra el caldo de cultivo para desarrollarse” (3)


El gobierno militar del 1955 lo puso preso nuevamente en un barco llamado “Paris”, cumpliendo la llamada “Operación Cardenal” llevada a cabo en 1956. Cuenta Pugliese que “en el barco “Paris”, había un piano luego de los momentos especiales empecé a deleitarme tocando en las tardecitas a los muchachos encanados. Y un día nos enteramos que la intención criminal del gobierno era hundir al barco. Al menos, así nos llegó la versión a los presos. En aquel momento no toqué tangos toqué el himno nacional. Al poco tiempo salimos en libertad (…) Sin embargo esta aventura no terminó ahí en lo que a mí respecta, porque muchos años después, fuimos con la orquesta a tocar a Punta Alta y, cuando me dirigía al escenario, me encuentro con un muchacho que me estaba aguardando, me abrazo y me dijo:
-“¿No se acuerda de mi?”.
-Yo ¡Que me voy a acordar!”
El estaba llorando y comenzó a indicarme: “Yo era uno de esos marineritos, maestro, que lo apuntaban con la metralleta en el barco “Paris”, a nosotros nos habían dicho que ustedes se habían amotinado, que querían derrocar al gobierno. Yo le vengo a pedir disculpas, maestro”. Y yo lo perdoné… ¿qué iba a hacerle?”.

En 1973,  con el regreso del peronismo al gobierno, se realizaron los festejos populares en la Plaza de la República, junto al Obelisco. Para sorpresa de Pugliese fue invitado con su orquesta a tocar. Don Osvaldo dudó en un principio ya que él había sido víctima de persecuciones en los anteriores gobiernos de Perón.  Sin embargo decidió  participar porque entendió que la fiesta era de auténtico regocijo para nuestro pueblo. Luego, el presidente Perón, invitó a todos los artistas que habían actuado. Cuenta Pugliese: “Fui, la recepción se hacía en la residencia presidencial de Olivos. Perón me saludó efusivamente. Ni López Rega ni Isabelita, que estaban a mi lado, me dirigieron la palabra. En cambio, en el momento del saludo, Perón me dijo: “Gracias por saber perdonar”. Y quiero resaltar que mientras el general Perón estuvo vivo, no volví a tener impedimentos”.

 Dos años antes de su muerte decía  Pugliese: “Siempre dije que meter presa a una persona por diferencias ideológicas es la estupidez más grande que se puede cometer. Primero porque es increíble  que a un hombre se lo prive de su libertad por el simple hecho de pensar de otra manera. Y segundo, porque las ideas son lo más valioso que tiene un ser humano y no se pueden frenar ni cambiar por poner a ese ser humano detrás de las rejas, ni expulsándolo del país, ni torturándolo o mandándolo a la isla Martín García.”



Así como su música y sus arreglos orquestales le dieron un lugar en la historia del tango, también su culto a la palabra brindada, su alta disposición a la entrega y su integridad le otorgaron un prestigio que trascendió los escenarios de nuestra música popular “…lo fundamental -diría Pugliese- son las condiciones donde se desenvuelve el profesional, su vida personal, social, artística. Y esas condiciones mejores tendrán que darse cuando conquistemos un gobierno verdaderamente democrático y popular. Porque económicamente el hombre de trabajo estará en mejores condiciones para vivir y para crear. En general, no puede crear un músico que se muere de hambre o que anda con su violín bajo el brazo de un lado a otro para ganarse unos mangos. Son entonces las condiciones sociales y económicas las que van a abrir las puertas de la creación y del surgimiento de nuevas formas, de formas que expresen sentimientos más humanos...”

No,  pará, ¡esperate un cacho!

Cierta vez, a comienzos del  período democrático iniciado 1983, don Osvaldo se encontró con un viejito que se quejaba de su pobre jubilación. Pugliese le dijo que su problema no lo iba a solucionar llorando, sino trabajando y luchando contra “los que nos roban, contra los sinvergüenzas y los que nos han entregado”. El jubilado no interpretó bien al maestro Pugliese y le dijo: “Si don Osvaldo, aquí se necesita un gobierno fuerte”. Pugliese con gran experiencia en gobiernos “fuertes”,  le respondió: “No,  pará,  esperate un cacho, ¿qué gobierno fuerte?, aquí necesitamos un gobierno democrático. A esta democracia hay que defenderla hasta la muerte para seguir avanzando hacia una democracia más amplia, con un régimen económico a favor del pueblo.”

 “Chicharrita”, era el niño de Villa Crespo que con sus chistidos avisaba desde la copa de un árbol a sus amigos que era el momento del diálogo.
Don Osvaldo Pugliese fue un extraordinario músico y un ciudadano  que hizo su aportación voluntaria ante las exigencias éticas del tiempo que le tocó vivir y dio respuesta  a la realidad de su época, tomando decisiones y acciones para una vida más justa y más digna, pensando en  los más débiles y sintiéndose unido a sus semejantes por medio de la cooperación y la solidaridad, aún a costa de su libertad.
Este Maestro -como  tantos otros- nos es necesario en las aulas argentinas, como ejemplo -para las futuras generaciones, de valores tan caros a nuestra identidad como la defensa a la cultura del trabajo, el pluralismo ideológico, la honestidad y la participación social. Lo que se dice: un actor social de su época.


   Graciela Pesce                                                               Daniel Yarmolinski
                                                                                                       
                                                                           



Ref:
(1) Hoy la Av.Juan B. Justo, donde viborea el metrobús.
(2) N.Etchegaray, A.Molinari, R.Martinez, Don Osvaldo (tango para piano y sociedad).Foro Argentino de Cultura Urbana (2005)
(3) (2) N.Etchegaray, A.Molinari, R.Martinez, Don Osvaldo (tango para piano y sociedad).Foro Argentino de Cultura Urbana (2005) pág 64 y 82



Bibliografía Consultada
Lozza, Arturo Marcos, “Osvaldo Pugliese al Colón”. Edit Cartago, 1985
Oliveri, Marcelo Héctor, “Osvaldo Pugliese (¿Idolo de los quemados?)” Academia Porteña del Lunfardo, Bs As, 2005.
N.Etchegaray, A.Molinari, R.Martinez, Don Osvaldo (tango para piano y sociedad).Foro Argentino de Cultura Urbana (2005)
del Priore, Oscar,  “Osvaldo Pugliese – Una vida en el Tango” Edit. Losada 2008. Bs As.